Fame, I wanna live forever

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La Fama. People die for it, people live for it. La fama le costó la vida a John Lennon y a Lady Di. Después hay chicos que estudian teatro y darían la vida para “ser famosos”. Verdaderamente patético ya que así como llega se puede ir.  La fama puede durar   una vida si es “a pedido del público” o pueden ser los 15 minutos de fama como los llamó Warhol.

Hay una escena en “To Rome with Love” de Woody Allen que vale por toda la película. Un personaje relativamente convencional y desconocido, interpretado por el italiano Roberto Benigni, sale una mañana de su casa para ir a trabajar y es asediado por una turba de periodistas que quieren entrevistarlo. Lo invitan a programas de televisión donde le preguntan qué come en el desayuno. En la alfombra roja le preguntan si usa boxers o slip. La fama le permite entrar a cualquier restaurant o tener de amante a la secretaria más despampanante. Lo que tortura al hombrecillo es que no sabe por qué es famoso. Tampoco lo sabe el espectador y eso lo hace más interesante. Un tiempo después cuando al hombre empieza a pesarle el acoso, los periodistas, como en un juego de mancha, cambian de foco y eligen a otro average Joe que pasa por la calle para perseguir. Abondanan en el acto al personaje que había disfrutado de la fama. Al principio el hombre siente alivio y después, en lo que resulta ser lo más gracioso, extraña su popularidad y se decepciona cuando nadie se acuerda de él. Pasa a huir de los autógrafos a rogarle a una transeúnte que acepte uno.

Me hace acordar al chiste con el que termina Annie Hall. Un tipo va al psiquiatra y le dice que no sabe qué hacer con su hermano que cree que es una gallina. El médico pregunta por qué no lo encierran. ¡Porque necesitamos los huevos! responde el paciente. En ese chiste está toda la filosofía de Woody Allen sobre la vida y es la misma que está aplicada a la fama. No la quiere pero si no la tuviera la extrañaría.

Trabajé con mucha gente famosa y tengo mis serias dudas de si no te llega a la cabeza la fama. Conocí muy pocos individuos bien plantados, la mayoría fue bastante diva o divo. La fama crea en otros fanatismo, locura y lo peor: obsecuencia. Aísla y despega a las “estrellas” de la realidad.

A mí me gustaría tener una versión que sería como prima hermana de la fama pero que se llama de otra manera porque la otorgan los pares. Me gustaría ser reconocida y valorada entre iguales que pueden apreciar el trabajo bien hecho, me gustaría tener prestigio no fama. El prestigio te permite caminar por la calle tranquila y en el mejor de los casos llevar una muy buena vida.