Activista 1: ¿Le parece que hemos tenido éxito con nuestras campañas anti-abuso de comillas?
Activista 2: No quisiera desalentarlo, quiero creer que el esfuerzo no fue en vano pero….. están por todos lados.
Activista 1: No me engaño, sigo viendo comillas mal usadas en todas partes. Pero lo convoco hoy por otro asunto.
Activista 2: Dígame…
Activista 1: Estoy harto, pero recontrapatilludo de la gente que antes de empezar a hablar dice “A ver”….
Activista 2: Siiiiiiiii. Sé exactamente de qué me habla. Juntan las manos, deditos en pirámide, miran hacia el horizonte como escudriñando algo a lo lejos, y lanzan la bomba: “a ver”.
Activista 1: Y se viene la cátedra. El discurso. La perorata.
Activista 2: Yo lo encuentro más como muletilla. Reemplaza el “bueno” o el “osea”.
Activista 1: Yo cada vez que lo escucho es de alguna psicóloga que no para de hablar y quiere demostrar todo lo que sabe o de un abogado haciéndose el gran jurista.
Activista 2: Si me firma un decreto lo abolimos.
Activista 1: Délo por hecho. Sea tan amable de alcanzarme aquella lapicera. Listo. Abolido el “A ver”.
Activista 2: ¡Espere! Tenemos que hacer una excepción.
Activista 1: ¿Cuál?
Activista 2: La “Canción de los títeres” de Maria Elena Walsh.
Activista 1: Muy válido su punto. No es el caso de lo que estamos hablando.