¿Cuánto avanzó la construcción de un edificio en Buenos Aires en 15 meses?

En mayo del año pasado subi en el post “Postales no inventadas de Buenos Aires” dos edificios que habían sido demolidos. Se veían hasta los azulejos de alguna cocina que ya no estaba. Eran dos PH. Se me pianta un lagrimón cada vez que se pierde una construcción de principios de siglo XX en el barrio. Quedan cada vez menos. Uno de los PH habría funcionado como colegio o jardín de infantes y el otro era un bar sobre la calle Agüero.

demolition Aguero

Pasé el otro día por el mismo lugar y saqué la foto de abajo.

fotos Blackberry 339

Siete pisos en 15 meses. Desde mayo del 2012 a agosto del 2013. Cualquiera que haya estado en obra mientras vive en su casa para hacer una refacción o mejora sabrá de la irritación de vivir con polvillo todo el tiempo y sentir que la obra no avanza. Impresionante trabajo del equipo de constructores del edificio. Ojalá los materiales sean nobles.

Algo me dice que vamos a tener que agregar una tercera foto final.

¿Cuánto tiempo más tardás en decir gracias? o “Te quiero forrita”. Elegí el título de post que más te guste.

Te quiero forritaSupongo que lo que me pasa entra dentro de lo que mi amiga Mercedes, bastante más joven, llama “ser retro”. Es conveniente porque me salvó de ser chapada a la antigua, como se decía en la era paleozoica, y ahora puedo ser retro que suena más cool que antigua. El problema es que mucha gente cree ser cool al tipear la menor cantidad de caracteres posibles en sus mensajes.

No reniego de la tecnología, todo lo contrario. Soy usuaria de whatsapp, sms, twitter, FB, y no los uso en forma indistinta sino según la ocasión. Pero al punto: estoy horrorizada por la falta de cortesía en los mensajes, sobre todo entre amigos.

Una amiga querida me envía una foto de su cumpleaños sin escritura en el cuerpo del email. O sea, ni idea si estoy por abrir un virus o qué. Se lo digo y me dice que estaba muy cansada cuando envió el mensaje y por poco me insulta. Tal vez sea yo la que tenga que pedir perdón.

Otra amiga querida, que no suele contestarme los mensajes de whatsapp, o me responde a medias, me manda un mensaje. No le contesto enseguida porque estoy viendo qué le digo y me pregunta “¿por qué no me contestás? Igual ya es tarde para lo que te propuse”.  Ouch. Mi respuesta fue que no se puede hablar todo el tiempo por mensaje de texto entre amigos. A veces es mejor agarrar el teléfono (celular por supuesto, el otro fijo casi no existe).

Y sí, me preocupa.  A los amigos me gusta escucharles la voz si no los veo y agradezco siempre un “gracias”, un “por favor”, un “cuidate”. Es apabullante como se está dejando a un lado la cortesía más básica, la gentileza que engrandece a las personas, el respeto que se merece cualquier mortal (si no nos ha ofendido por algo) y el cariño que tanto ennoblece a quien lo profesa, más que al que lo recibe.

Los modales y las buenas costumbres son el resultado de siglos de civilización y se resumen en el registro del otro, en darle importancia a la otra persona. Una persona considerada es un ser humano evolucionado. Es eso lo que me interesa conservar. Es un retroceso en el intercambio entre personas borrar todos los cuidados en la comunicación porque estamos apurados, no nos damos cuenta, o porque somos más cool y jóvenes  si usamos la menor cantidad de caracteres posibles. Ay, es que estoy tan a mil, que no puedo tipear una palabra más.

Por favor tomate un par de segundos de tu vida  y decí “gracias”, “por favor”, “espero verte pronto” si es lo que sentís. Si no te importa, listo. Tal vez seas como el que mandó a hacer el cartel de la foto que vi ayer por la calle. Un SMS que tuvo un upgrade a cartel en la vía pública.

Fame, I wanna live forever

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La Fama. People die for it, people live for it. La fama le costó la vida a John Lennon y a Lady Di. Después hay chicos que estudian teatro y darían la vida para “ser famosos”. Verdaderamente patético ya que así como llega se puede ir.  La fama puede durar   una vida si es “a pedido del público” o pueden ser los 15 minutos de fama como los llamó Warhol.

Hay una escena en “To Rome with Love” de Woody Allen que vale por toda la película. Un personaje relativamente convencional y desconocido, interpretado por el italiano Roberto Benigni, sale una mañana de su casa para ir a trabajar y es asediado por una turba de periodistas que quieren entrevistarlo. Lo invitan a programas de televisión donde le preguntan qué come en el desayuno. En la alfombra roja le preguntan si usa boxers o slip. La fama le permite entrar a cualquier restaurant o tener de amante a la secretaria más despampanante. Lo que tortura al hombrecillo es que no sabe por qué es famoso. Tampoco lo sabe el espectador y eso lo hace más interesante. Un tiempo después cuando al hombre empieza a pesarle el acoso, los periodistas, como en un juego de mancha, cambian de foco y eligen a otro average Joe que pasa por la calle para perseguir. Abondanan en el acto al personaje que había disfrutado de la fama. Al principio el hombre siente alivio y después, en lo que resulta ser lo más gracioso, extraña su popularidad y se decepciona cuando nadie se acuerda de él. Pasa a huir de los autógrafos a rogarle a una transeúnte que acepte uno.

Me hace acordar al chiste con el que termina Annie Hall. Un tipo va al psiquiatra y le dice que no sabe qué hacer con su hermano que cree que es una gallina. El médico pregunta por qué no lo encierran. ¡Porque necesitamos los huevos! responde el paciente. En ese chiste está toda la filosofía de Woody Allen sobre la vida y es la misma que está aplicada a la fama. No la quiere pero si no la tuviera la extrañaría.

Trabajé con mucha gente famosa y tengo mis serias dudas de si no te llega a la cabeza la fama. Conocí muy pocos individuos bien plantados, la mayoría fue bastante diva o divo. La fama crea en otros fanatismo, locura y lo peor: obsecuencia. Aísla y despega a las “estrellas” de la realidad.

A mí me gustaría tener una versión que sería como prima hermana de la fama pero que se llama de otra manera porque la otorgan los pares. Me gustaría ser reconocida y valorada entre iguales que pueden apreciar el trabajo bien hecho, me gustaría tener prestigio no fama. El prestigio te permite caminar por la calle tranquila y en el mejor de los casos llevar una muy buena vida.

Ikigai 生き甲斐

Eternally Bliss

Hay palabras que son mágicas. Sobre todo aquellas nociones que no tienen un equivalente en nuestra propia cultura y que cuando nos topamos con ellas por primera vez producen una ola de entendimiento. Como los dibujitos animados donde se prende una lamparita en la cabeza, algo que los últimos estudios científicos sobre el cerebro parecen confirmar. En alguna parte interna y en el cerebro material se hace la luz..

Ikigai (生き甲斐,) es un concepto japonés que significa “una razón para existir”. Según los japoneses todos tenemos un ikigai. Encontrarlo implica una búsqueda exhaustiva y duradera de uno mismo pero el esfuerzo vale la pena porque al descubrir nuestro ikigai se llega a la satisfacción y al sentido de la propia vida. En Okinawa, esto equivale a tener “una razón para levantarse a la mañana”. Un estudio de la Universidad de Medicina de Sendai demostró que viven más aquellas personas que poseen ikigai.

A mí me parece que pocas cosas importan más que tener ikigai. Es una de las pocas palabras que me tatuaría en el tobillo.

foto tomada del sitio Eternally Bliss

21-12-12

– Adiviná cuál va a ser la frase más usada mañana…

– “Parece que no se acabó el mundo”.

– Exactamente. En todos los idiomas vamos a estar leyendo y escuchando que el mundo no se terminó.

– Te dije que a los Mayas se les había terminado la piedra…

– Dawning of a New Era. Pongámosle una fichita a la raza humana… Feliz nuevos comienzos…

 

 

Angry neighbors

angry neighbors lost sunglassesYou complain about your neighbors, I do too. The man with the barking dog every time he steps out in the hallway, no matter what time it is. The wacky neighbor who gives me lessons on how I should be painting my door. The other bizarre woman who is always terrifying us with problems and the people who just don’t cooperate or pitch in.

I was happy to know my misery is in good company after seeing some real notes from charming tenants who live in the proximity of other human beingsangry neighbors loud drummer wifi.

But some are good Samaritans: you might have lost the sunglasses your neighbor’s found, good thing he’s willing to give them back. This might be a fun vecino to have.

Ever find it hard to come up with a name for your router? Not the guy annoyed by drums.

Speaking of routers, I had an open one until someone convinced me otherwise, I’d be losing speed.

If you check out the last note you will see that not all neighbors who steal your wi-fi are inconsiderate.

angry neighbors free wifi

TEDxRíodelaPlata

Viene con  retraso este post ya que el TEDxRíodelaPlata fue el miércoles pasado, 24 de Octubre en la Usina del Arte pero el tema lo amerita. Hace años que soy fanática de los TED talks, lo comparto con algunos de mis amigos más geeks. En realidad, estas charlas con formatos de 18 minutos pueden fascinar a cualquiera que sienta pasión por alguno de los tres temas: T=technology, E=Entertainment y D=Design.

Los TED talks empezaron en 1984 en California (where else?) como organización sin fines de lucro para apoyar ideas creativas e innovadoras. Como no podía ser de otra manera frente al hallazgo de un formato exitoso y probado, TED siguió creciendo por todo el planeta y el TEDx es la versión independiente y local de estas crecientes manifestaciones.

El año pasado también asistí pero tengo que decir que en su totalidad me gustó más el evento de este año. La Usina del Arte ayudó, es un lugar especial y tiene en el último piso un efecto de espejo muy interesante (foto) pero no fue ésa la razón. Hubo 18 destacados oradores, todos con algo importante para decir. Me pareció que casi todas las charlas de este año tuvieron el espíritu del TED original en que lograron tejer el discurso alrededor de una idea fundante y profunda, pudieron presentarla y desarrollarla; algunos con mejores remates que otros.

De elegir entre todas las presentaciones que más me dejaron pensando menciono las charlas de Dan Ariely sobre el valor del trabajo y la diferencia entre el trabajo con propósito y la labor “sisífica” que es una condena insoportable. La motivación es un tema que siempre me apasionó y me quedó claro que los seres humanos necesitamos encontrar sentido en el trabajo para ser felices. Ya lo intuía pero los datos científicos no se reemplazan con opiniones.

Jonathan Levav habló sobre la fatiga en las decisiones – tema fundamental, sobre todo cuando cada vez tenemos más opciones – que influyen en nuestro bienestar diario. Pedro Mairal,  en su exposición sobre “La fuerza de la lengua”, lanzó la noción del “latín chabón, el latin fierita” que hablamos hoy al hablar castellano y la importancia de encontrar una expresión original y personal, sea cual fuere. Hedy Kober dio datos a favor de la meditación ya que logra el mejoramiento de la vida contemporánea en diferentes planos. Me pareció más que propicio que esta charla estuviera en nuestros TEDxRíodelaPlata. David Pizarro me sorprendió probando que hay una relación directa entre nuestra sensación de asco y la tolerancia hacia las minorías.

Lo más movilizador para mí es que todas estas ideas ya circulan por el mundo y por nuestro país ( todas las exposiciones estarán disponibles en el sitio de TEDxRíodelaPlata en breve). Ese día pude dejar a un lado los problemas diarios y habitar el futuro por un ratito. Soñé en forma colectiva, vi algunos avances y sentí la esperanza de poder mejorar esta condición humana que nos define más allá de nuestras diferencias ideológicas, regionales o personales.

Todos y todas hasta en la ….¿pizza?

Así es señores y señoras, la pizza también es para todos y todas. No se sabe si en serio o en chiste, la ausencia de comillas denotaría máxima seriedad. Tenemos una pizza militante que a 20 mangos da para considerar un uvasal posterior. Bien por los signos de exclamación invertidos, escasean (usémoslos antes de que los expropien, digo supriman).

No se podía quedar afuera de la liturgia el Radio Taxi EL (buen servicio, el taxi que me tocó, eh).

Monkey Master Fable

In the feudal state of Chu an old man survived by keeping monkeys in his service. The people of Chu called him “ju gong” (monkey master). Each morning, the old man would assemble the monkeys in his courtyard, and order the eldest one to lead the others to the mountains to gather fruits from bushes and trees.

It was the rule that each monkey had to give one-tenth of his collection to the old man. Those who failed to do so would be ruthlessly flogged. All the monkeys suffered bitterly, but dared not complain.

One day, a small monkey asked the other monkeys:

“Did the old man plant all the fruit trees and bushes?” The others said: “No, they grew naturally.” The small monkey further asked: “Can’t we take the fruits without the old man’s permission?” The others replied: “Yes, we all can.”  The small monkey continued:

“Then, why should we depend on the old man; why must we all serve him?” Before the small monkey was able to finish his statement, all the monkeys suddenly became enlightened and awakened.

On the same night, watching that the old man had fallen asleep, the monkeys tore down all the barricades of the stockade in which they were confined, and destroyed the stockade entirely. They also took the fruits the old man had in storage, brought all with them to the woods, and never returned. The old man finally died of starvation.

Yu-li-zi says, “Some men in the world rule their people by tricks and not by righteous principles. Aren’t they just like
the monkey master? They are not aware of their muddleheadedness. As soon as their people become enlightened, their tricks no longer work.”

Source From Dictatorship to Democracy by Gene Sharp

thiis story, originally titled “Rule by Tricks” is from Yu-li-zi  (1311-1375)
and has been translated by Sidney Tai, The translation was originally published in Nonviolent Sanctions:
News from the Albert Einstein Institution (Cambridge, Mass.),

Formas de volver a la literatura

“Eso no lo inventaste, le digo. Esas cosas no se inventan”. Es una de las tantas frases memorables del narrador de la última novela de Alejandro Zambra en Formas de volver a casa, acá respecto del manuscrito de un amigo escritor. Hay muchas más pero quiero destacar esta parte que leyó el mismo autor en el bar Orsai el jueves 23 de agosto:

“Leer es cubrise la cara, pensé.

Leer es cubrise la cara. Y escribir es mostrarla”.

A veces tengo la suerte de estar en reuniones donde se indaga sobre el proceso de la creación y el uso de herramientas misteriosas que resultan en buena literatura. El jueves fue una oportunidad para escuchar una entrevista en vivo de Pedro Mairal – uno de los escritores argentinos que más me gustan – a Alejandro Zambra, autor chileno, más o menos de la misma generación que Mairal. Mientras los escuchaba, tenía la certeza de estar presenciando un intercambio de expertos que se pasaron muchas horas de sus vidas tapándose la cara y mostrándola.

Lo primero que preguntó Pedro fue si para escribir hay que traicionar a los que queremos, a la familia por ejemplo. Cualquiera que escribe sabe a qué apunta la pregunta ya que tomamos anédotas, personajes y situaciones de nuestras propias vidas y de los que nos rodean (y nadie rodea más que la familia) a la hora de escribir. La contestación de Zambra fue:

“Hay que ser libre. Es difícil reprimir el espacio de la escritura…no hay que tener miedo … no hay que reprimir nada…un texto en primera persona tiene que parecer autobiográfico”.

“La decisión más importante de un libro es quién habla; es una decisión muy importante en la narración, me importa más que la trama“, explicó Zambra. Qué gran verdad. Yo me di cuento hace ya un tiempo que si me gusta la voz de un narrador, puedo leer cualquier cosa que me cuente. Sin embargo, una trama interesante se me arruina si no me gusta la voz del que cuenta, se me hace tediosa la lectura.

Mairal luego preguntó sobre el proceso de corrección y otra vez sentí que Zambra tenía razón: “Para dar forma, hay que borrar, no hay que agregar“. Me hizo acordar a una frase de Stephen King en On Writing: “kill your darlings”. En el proceso de corrección parece más importante despojarse de las palabras -aunque nos cueste prescindir de nuestras darlings – que engordar el texto. Tal vez por esta razón las novelas de Zambra son cortas: “me gusta la intensidad de los textos…estoy en contra del adorno supérfluo, de rellenar porque sí“. Mairal acota que en la novelas breves se confía en el lector.

En mi lectura de Formas de volver a casa, me encantó un recurso que el autor dijo está ya en Macedonio Fernández: cómo se retoma una misma situación contada de otra manera y sin embargo lograr que no sea una repetición sino, como lo define el mismo Zambra ante preguntas del público: “polifonía de una misma voz”. Hay que leer lo que logra Zambra para entender lo bien que maneja el recurso.

Me quedan flotando sus respuestas y algunas de las preguntas sobre el arte de escribir: “¿Qué es lo que sólo se puede decir desde la literatura?…hay que contar las cosas como nadie más puede contarlas…hay pulsiones o deseos que uno entiende que tiene que comunicar….podría no escribir un libro más pero nunca dejaría de escribir, creo que es como una fidelidad a la obsesión”.

En la charla de mesa posterior a la exposición, Zambra comparte con nosotros, escritores en potencia y de hecho, toda su tímida calidez. Nos deleita con la firma de sus libros, preguntándonos el nombre y tomándose el tiempo para rubricar una dedicatoria con árboles y todo. Es en un círculo de gente entusiasta, lo atormentamos un poco con preguntas,  felices de charlar sobre la pasión que es la literatura. Miro con qué intesidad observa Zambra. Como si escaneara la realidad que lo rodea, tal vez para ser combustible de su escritura. Una chica le dice algo que me parece da en la tecla: la honestidad que tiene Zambra para escribir. Sí, es eso, tal cual, es esa honestidad que lo hace tan bueno. Pero eso no significa que todo lo que escriba Zambra sea cierto o autobiográfico y lo resume respondiendo al elogio así: “la honestidad es saber mentir“.

pésima foto que saqué (el miniflash del celular molesta igual) pero ahí están en la penumbra Pedro Mairal y Alejandro Zambra

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